Este jueves 8 de octubre levanta el telón ‘Brots‘ en el Teatre del Mar para sorprender al público con una historia que entremezcla el humor absurdo y negro de la mano de Toni Albà, Fermí Fernandes, Gerard Domènech y Xavier Macaya.
La obra podrá verse hasta el domingo día 11 y conocer a cuatro profesores, que se encuentran en el funeral de un amigo fallecido. Tienen que ejercer de maestros de ceremonia en un homenaje en el que está previsto un resumen audiovisual de la obra creativa del difunto.
Los actores quieren inocular al espectador la sensación de risa prohibida y dedican sus esfuerzos a crear un espectáculo provocativo. Lo hacen a partir de las diferentes vivencias de su infancia hasta la actualidad y que seguramente son comunes con todos los espectadores. «La sensación de no poder aguantar la risa en lugares y situaciones donde socialmente no se tolera esta reacción, es insoportable. La sensación de no poder reír causa un estado de estrés en cuyo cuerpo reacciona con temblores, toses, calor, sudor, lágrimas, jadeos, sollozos, … La risa, tan deseado en otras ocasiones, se convierte en el enemigo fatal que no podemos detener. Es una sensación irreprimible que nos hace sentir horriblemente».
De forma solemne entran por el patio de butacas los tres oficiantes del homenaje, quienes dan el pésame a los (supuestos) familiares que se encuentran entre el público. Completamente compungidos, los tres, junto con un cuarto personaje encargado de acompañar con su música a los protagonistas, dan comienzo al funeral en un escenario presidido por la fotografía del difunto, pero donde pronto se producirán los primeros problemas. Después de una singular, y muy divertida, interpretación de «El valle del río rojo», los encargados de la ceremonia inician los discursos en honor de Enrique Brots i Dalmau, una figura clave dentro de la cultura catalana, considerado el «Leonardo da Vinci «catalán, y que destacó en facetas tan diferentes entre sí como la de poeta, coreógrafo, guionista, actor, director, músico y un largo etcétera.
Explican que «hay situaciones en la vida real donde el individuo se encuentra en un estado prolongado o permanente de incomodidad. Son situaciones donde el individuo se siente observado y acusado por el resto. Si diseccionamos esta incomodidad, con todas las variantes de intensidad, observamos que causan, inexorablemente, inestabilidad en el comportamiento del individuo y lo llevan a reaccionar de muchas maneras diferentes. Estas reacciones se pueden resumir en dos grandes pautas: Aceptación y Rechazo. En ambas entra en juego todo el abanico de comportamientos humanos posibles y esto hace que los individuos se vean empujados a todas las situaciones imaginables. Ambas pautas de comportamiento vierten el individuo a un estado de tensión dramática que conocemos como estado del ridículo. Este estado es el Clown. El clown que proponemos no es, sin embargo, el de la cara pintada, el del circo. Es el clown de teatro, lo que arraiga en las situaciones realistas cotidianas y que se vierte de lleno a la comedia. Estas situaciones realistas cotidianas pasadas por el tamiz dramático del clown, se convierten por arte de magia en teatro cómico, teatro del absurdo … Si todo esto ocurre durante una ceremonia como un funeral, ya tenemos humor negro».