Arranca la cuenta atrás oficial para la llegada del horario de invierno, una acción que se hará efectiva en la madrugada del sábado 24 al domingo 25 de octubre y que supondrá retrasar nuestros relojes una hora (así a las 3.00 AM serán las 2.00 AM). Aunque muchos celebran la medida por eso de dormir una hora más, lo cierto es que son varios los interrogantes que la medida plantea y es que, aunque las instituciones lo defienden a capa y espada, no queda del todo claro si el cambio horario va unido a un ahorro real de energía en nuestros hogares.
Una vez que cambiemos nuestros relojes nos enfrentaremos a días más cortos con menos luz natural y un consumo mayor de energía artificial.
Una medida impulsada en pleno siglo XX
Aunque los más jóvenes pueden llegar a pensar que el cambio horario se remonta a otro tiempo remoto, lo cierto es que esta medida data de comienzos del siglo XX, eso sí, su implantación a nivel global no llegaría hasta 1974 (año de la primera crisis del petróleo).
En los países de la Unión Europea (entre ellos España) el cambio de hora está regulado por una norma aprobada en el año 2000 por el Parlamento Europeo que tenía como base la reducción de los efectos derivados del cambio climático. Aunque el texto fue elaborado por una consultoría especializada, fue la propia Comisión Europea la que comprobó que el ahorro derivado del cambio horario no superaba el 0,5%.
No es oro todo lo que reluce
Y si bien ahora simplemente viviremos con menos horas de luz, el problema llegará una vez que el frío haga acto de presencia. Es en este punto en el que se generan las críticas ya que -según los expertos- la medida de retrasar una hora nuestros relojes no tiene en cuenta el consumo por climatización de las viviendas, el punto que mayor gasto energético provoca a las familias.
“Cuando en otoño se retrasa el reloj, las familias que madrugan necesitan una hora menos de iluminación pero la oscuridad llega a sus casas una hora antes de lo habitual, y gastan por la tarde esa hora de iluminación ahorrada por la mañana», denuncian desde WWF, una organización ecologista de calado mundial que rechaza el cambio horario por considerar que no tiene “ningún impacto sobre el ahorro o la eficiencia”.
¿Cómo conseguirlo sin arruinarnos? Desde habitissimo han repasado este fenómeno y presentan varias propuestas para reducir el consumo energético.
Reformas en las viviendas para ahorrar todo el año
Dado que el gasto energético producido por el uso de la calefacción y el aire acondicionado en nuestros hogares, supera con creces al gasto por iluminación; no hay mejor inversión, para el que pueda, que reformar nuestra vivienda apostando por un aislamiento eficaz de la misma. ¿Cómo? Apostando por el aislamiento térmico en las fachadas y techos, cambiando las tradicionales ventanas por unas con doble acristalamiento, o apostando por la instalación de energías renovables.
Si además de estas medidas se siguen las siguientes pautas, el cambio de hora será económicamente más llevadero:
- Sustituir progresivamente los electrodomésticos antiguos por otros con etiqueta energética clase A, A+ o A++ ya que garantizan un funcionamiento eficiente y un menor consumo.
- Sustituir las bombillas tradicionales por otras de bajo consumo; una medida que nos hará ahorrar hasta 60 euros.
- Dado que la suciedad dificulta la correcta difusión de la luz, tendremos que limpiar las luminarias
- En invierno, abrir las ventanas solo el tiempo necesario para ventilar las habitaciones y evitar que se pierda el calor.
- Apagar la calefacción y el aire acondicionado por la noche.
Purgar los radiadores al menos una vez al año, ya que el aire contenido en su interior dificulta la transmisión del calor desde el agua caliente al exterior.
