De origen asiático, Bao es un bocadillo bajo en calorías y deliciosamente versátil ya que funciona igual de bien como tapa. Por eso, no es de extrañar que su éxito haya sido fulminante. Tanto, que hoy están presentes en casi cualquier renovación de carta.
El bao, bau, baozí o Min Pao es una delicia china hecha de una masa esponjosa y ligeramente dulce, rellena de todo lo que alcance la imaginación. Aunque es originario de China es muy popular en todo el sureste asiático, donde se consume en casi cualquier puesto de street food.
La masa, suave y esponjosa, se llama mantou y está elaborada con harina de trigo, levadura, agua, leche y un toque de aceite, vinagre y azúcar. Su fórmula es muy parecida a la del pan, pero al contrario que este, los baos no se hornean, se preparan al vapor en esas típicas cestillas de bambú que vemos en cualquier restaurante oriental. Esta masa se rellena de prácticamente cualquier cosa tanto dulce como salada: cerdo, gambas, cangrejo, alubias rojas, dulce de coco, etc…
Tan humildes como son, los baos tienen una larga historia a sus espaldas. De hecho, ya se menciona en textos con más de 2.000 años de antigüedad. La truculenta leyenda que esconde el mantou es que se inventó para simular cabezas humanas flotando en un río. Al parecer, un general chino se negó a sacrificar a 50 de sus hombres e ideó este original bocado para confundir a sus enemigos. Al margen de la veracidad de esta historia, lo que sí es cierto es que la masa del bao es tan ligera que flota sin dificultad.
En España, por ejemplo, destacan los de Nacho Aguilar, copropietario del restaurante La Lata de Sardinas de Madrid, donde los preparan por ejemplo de panceta, verduras y sardinas con sisho en tempura.
Para conseguir esta textura tan especial “es fundamental encontrar el tiempo justo de cocción” , explica Nacho Aguilar. “El mantou es la masa ideal para mostrar todos los sabores del relleno, neutra pero ligeramente dulce y nada pesada”.
¿Y qué es lo que nunca debe faltar? Aguilar lo tiene claro. “Algo de verdura, ya sea a la parrilla, asada o en crudité. Eso y un toque de gracia, de alegría, un cítrico, un picante, un toque para poner el ‘olé’. Si tuviera que elegir, diría que mis preferidos son los de cerdo ahumado, langostino, menta y salsa kimuchi… porque aunque no lo parezca, el cerdo y el pescado siempre encajan.”
Aguilar aconseja tomar el bao caliente. “Aunque en Asia se toma sobre todo como desayuno y tentempié entre horas, en Europa lo tomamos en las comidas principales. Y como toda buena comida callejera, el bao se come siempre con las manos y con una servilleta cerca, porque puede pringar bastante”.