Este domingo se dio por finalizada la 34ª edición de la Fira del Fang de Marratxí, una edición dedicada a “La cerámica y la arquitectura en Mallorca” y que ha destacado por el incremento del número de ceramistas participantes, este año han sido 44, lo que suponen 7 más que el año pasado, de éstos, dos son provenientes de Alemania y Portugal.
Aunque el cierre al público se produjo ayer domingo, la clausura oficial de la Fira del Fang 2018 se llevó a cabo el sábado por la noche en un acto que estuvo centrado en la entrega de diplomas a todos los ceramistas y ‘ollers’ que han estado presentes en la Fira y en la entrega del premio Benet Mas de Cerámica, que este año ha recaído sobre la ceramista catalana, Nuria Soley por el proyecto expositivo ‘Recers, es lloc on es viu’, una reflexión sobre la memoria y las raíces del conflicto de Siria como telón de fondo. El premio, que fue entregado por la directora general de comercio, Pilar Sansó, tiene una dotación de 3.000€.
Como es lógico, también estuvieron presidiendo el acto el alcalde Joan Francesc Canyelles y el regidor de Cultura, Fires i Festes, Josep Ramis, que tras la entrega del Premio Benet Mas, procedieron al otorgamiento de los diplomas de agradecimiento a entidades y personas por la labor desarrollada durante la Fira, como a los voluntarios y voluntarias de Amadip-Esment, a Toni Vich, responsable de los talleres que se han llevado a cabo durante estos días y por los que han pasado alrededor de 1.500 niños y niñas de primaria y a la Agrupación de Protección Civil de Marratxí, entre otros.
Según los artesanos y artesanas con los que hemos podido hablar, el número de visitantes ha sido similar al del año pasado, no así a lo que hace referencia a las ventas, que según nos han comentado, han sido algo inferiores a las del año pasado, lo que algunos lo han atribuido al mal tiempo y otros a la falta de dinero de los visitantes “la precariedad de los sueldos hace que la gente se pasee mucho y compre poco”, nos ha llegado a decir un comerciante.
A los que menos hemos oído quejarse es a los artesanos locales, lo que nos hace deducir que las consecuencias de esta disminución en las ventas no afecta a todos por igual, ya que como nos aseguran algunos ceramistas venidos de la península, sus costes de traslado y manutención hacen, en algunos casos, plantearse si vale la pena venir el año que viene. Interesante ha sido el apunte que nos ha hecho el ceramista de Albacete, (que ha asegurado tener una amplia experiencia en acudir a ferias), afirmando que la bajada de ventas en este tipo de ferias era, desde hacía unos años, denominador común en todas ellas, “la gente no valora la exclusividad de la pieza y el trabajo del artesano, prefiere comprar una taza de 2€ fabricada en serie que pagar 6€ por una fabricada con procedimientos artesanales”.