Francisco José Castillo Navarro
Las epidemias han tenido consecuencias decisivas para la historia humana. Cuando podamos salir del confinamiento que hemos tenido que realizar estas largas semanas, todos nos preguntamos cómo será el futuro tras el coronavirus. El virus llamado Covid-19, ha puesto en el tablero un nuevo orden mundial. Las grandes catástrofes suelen traer nuevos modelos sociales, económicos y geopolíticos.
Los cambios que podemos ver serán a corto, medio y largo plazo. ¿Estaremos preparados?. Cambiar de prioridades es posible. Solo hay que querer. No sobrevivirán los más fuertes, sino los que más se apoyen.
Estamos descubriendo el valor del conocimiento científico de un sistema sanitario público sólido, dotado y de recursos.
El capitalismo es YA un modelo obsoleto. Las clases dominantes están tratando de encontrar medios para amortiguar este golpe salvaje a su economía. Rompiendo todas las reglas democráticas, que han regido durante los últimos 80 años en la mayoría de países. Habrá un impacto en las desigualdades, tanto en acceso a las redes de atención sanitaria, como en protección laboral, incluso en países de los llamados desarrollados. Tendrá efectos desproporcionados en los más pobres, suponiendo una amenaza a largo plazo para los derechos humanos. Deberíamos encaminarnos por el bien común a una sociedad más igualitaria, implantando la renta básica universal, una sociedad más cohesionada y con más apoyo mutuo.
Las empresas constructoras, y los satélites de ellas, irán perdiendo fuerza debido a que el precio de la vivienda bajará. Especular con la vivienda será más difícil, los grandes tenedores y fondos buitres, están abocados a su desaparición o bien a una gran remodelación de su sector, no podrán poner precios de alquiler desorbitados, la oferta y la demanda se estabilizará.
Las economías serán intervenidas y controladas por los gobiernos de turno para centralizar las gestiones debido al descontrol que han padecido las comunidades, landers, estados etc… La adopción por parte de algunos países de poderes ilimitados de emergencia, no sujetos a revisión, justificando cambios represivos de la legislación convencional, que seguirán en vigor mucho después del final de esta emergencia. Acercando más, si cabe aun, sistemas autoritarios, con un auge a una mayor censura, imponiendo restricciones a la libertad de prensa y de expresión.
Desplegando nuevas herramientas de vigilancia. Escudriñando los teléfonos de los ciudadanos, haciendo uso de cientos de millones de cámaras con reconocimiento facial, obligando a las personas a controlar su temperatura, y su situación médica e informar sobre ellas, para determinar rápidamente quiénes son los posibles portadores del coronavirus, sino también de seguir sus movimientos e identificar a quienes entran en contacto con ellos.
Necesitarán ingresos para hacer frente a la deuda contraída para superar esta crisis sanitaria. Nos esperan subidas de impuestos, pero también medidas creativas para aumentar la recaudación. Implicará un aumento significativo de la deuda pública. La pérdida de ingresos incurrida por el sector privado, y cualquier deuda generada para llenar el vacío, debe ser absorbida, total o parcialmente, en los balances de los gobiernos. Los niveles de deuda pública mucho más altos se convertirán en una característica permanente de nuestras economías y estarán acompañados por la cancelación de la deuda privada. Deberán intervenir para garantizar todas las pérdidas del sector privado. El funcionamiento normal del mercado se dejará de lado. Las empresas en quiebra tendrán que mantenerse a flote mediante subsidios, préstamos y garantías del gobierno central si queremos que haya empleo y no tener a millones de parados.
La robotización es un proceso que ya no tiene freno. Con todo esto, se acelera y potenciaría, las máquinas y sistemas de inteligencia artificial sustituirán a las personas, ya que están no enferman, no se quejan, y no hacen huelgas etc… Esto llevará y multiplicará empleos precarios, trabajadores vía Internet o telefónica, serán los nuevos esclavos digitales. El teletrabajo y al comercio electrónico es una tendencia en alza. ha venido para quedarse. La regularación es necesaria para que tengan sus derechos protegidos y sean lo más justo posible. Esto abrirá el camino a nuevas oportunidades de negocio, para quienes se adapten a estas tendencias empresariales. En la actualidad, el 29% de las tareas son realizadas por una máquina, según el Foro Económico Mundial. Entre 400 y 800 millones serán desplazados de sus trabajos, de aquí al 2030 por la automatización de las labores, tal y como afirma un estudio de McKinsey Global Institute (MGI), la Universidad de Oxford y el Banco Mundial.
Menos globalismo económico, producir al otro lado del mundo no tiene sentido. Además, es terriblemente antiecológico y potencia las desigualdades entre los países, no necesariamente para ponerle fin, o reducirla, sino para transformarla y producir lo que realmente necesitamos. A la vez de intercambios tecnológicos, sanitarios y culturales.
Transporte menos contaminante y más ecológico para que tenga menos impacto en el medio ambiente, reforzando el consumo de productos de proximidad y la producción nacional. El turismo de cercanía crecerá frente a los viajes al otro lado del mundo. Los viajes en avión y barco se reducirán, estarán más controlados.
El dinero en efectivo tendrá los días contados. Usar tarjetas es más higiénico y limita la economía sumergida. La contrapartida es la pérdida de libertad. Los pagos electrónicos harán más fácil fiscalizar nuestros gastos. Mentir será más difícil. Sus hábitos quedarán registrados en su hoja de gastos.
Los pequeños nacionalismos tendrán que adaptarse a esta situación. Las mentalidades cavernícolas no tendrán cabida en el mundo post-coronavirus. Florecerá un nuevo patriotismo más asociado a la solidaridad y al sentimiento de comunidad, donde personajillos que promueven el odio, buscando la separación artificial de territorios, unidos por vínculos emocionales e históricos, quedaran fuera de juego.
Una Organización Mundial de la Salud con más poder puede ser determinante para enfrentar las nuevas crisis que se puedan avecinar. El futuro de la Unión Europea deberá ir por esa línea: o asume un protagonismo decidido y refuerza sus instituciones, o dejará que otras organizaciones internacionales más fuertes ocupen su lugar. La cooperación Internacional será esencial, si no fuera así, habrá un agravamiento del caos generalizado.
Hemos sido cobayas en experimentos sociales a gran escala. ¿Qué ocurre cuando todo el mundo trabaja desde casa y se comunica sólo a distancia? ¿Qué ocurre cuando escuelas y universidades dejan de ser presenciales? En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y las juntas educativas no aceptarían nunca llevar a cabo semejantes experimentos. Pero no son tiempos normales.
Los hábitos cambiarán y pasaremos a hacer más vida en casa y a interactuar más a través del universo digital. Veremos la telemedicina, la realidad virtual, el voto electrónico o los estudios online, que pasaran a formar parte de nuestra vida cotidiana. Problemas psicológicos aparecerán en esta nueva etapa, antes había muchas personas que vivían en un mundo virtual, sin contacto personal, este proceso se acelera, viviendo falsas realidades en nuestros hogares, sin salir apenas, solo con un simple click estaremos conectados. La realidad tal y como la conocemos será un recuerdo del pasado.
Toda crisis es una oportunidad de reiniciar, la humanidad se debe dar cuenta del peligro que supone la desunión. Si siguiera este camino dará lugar a catástrofes aún peores. Elegir la solidaridad mundial no sólo será una victoria, sino también contra todas las futuras crisis que pudieran llegar.
“Nunca permitas que el futuro te perturbe, lo encararás si debes hacerlo, y con las mismas armas con las que hoy combates el presente.” (Maco Aurelio)