Futsal Benjamín La Salle-Pont d’Inca, cuando la amistad es el camino hacia la victoria

Redacción

Algo inaudito, y que llama mucho la atención, es que estos niños, que durante la próxima temporada van a cumplir 11 años, llevan juntos desde los 3

 

Juan Carlos Isern, primer entrenador: “Uno de nuestros puntos fuertes es que somos una familia unida, somos una piña”

 

Lo que tenía que ser una entrevista al staff del equipo benjamín Ciutat de Mallorca-La Salle Pont d’Inca de fútbol sala con motivo de haberse proclamado esta temporada Campeón de Baleares de su categoría, hecho que por cierto hace historia en el deporte marratxiner, se convirtió en un relato apasionado de lo que para Juan Carlos Isern, primer entrenador del equipo, y Antonio Rodríguez y Vicente Escamilla, segundo y tercer entrenador, sienten, no solo por el fútbol sala, sino por los valores humanos que quieren inculcar a sus chicos, “el aspecto deportivo es lo de menos”, asegura Juan Carlos.

Es admirable la dedicación y el entusiasmo de estos tres entrenadores, que ante todo, se sienten padres (cada uno de ellos tiene a un hijo jugando en el equipo). La forma en que se constituyó el equipo, que más que equipo, aseguran, es una familia, es otro de los aspectos sorprendentes de la bonita (y poco común) historia que rodea al Ciutat de Mallorca-La Salle Pont d’Inca benjamín.

Ante la pregunta de cuándo y como se creó el equipo, Juan Carlos, nos comenta “cuando mi hijo tenía 3 años lo apuntamos a jugar a fútbol sala y al poco tiempo su entrenador tuvo que marcharse, en este momento vi la posibilidad de ser yo el que entrenase al equipo, ya que toda mi vida me ha encantado este deporte. Se dio la circunstancia de que durante el primer año se me fueron cinco de los diez niños, ya que eran un año mayores. Debido a esta circunstancia tuvimos que convencer a ocho amiguitos de mi hijo que iban a la misma clase en el colegio La Salle del Pont d’Inca y a dos primitos para que se incorporaran al equipo, con ello conseguimos volver a tener diez jugadores, a los que poco a poco se unieron algunos más hasta llegar a los catorce con que cuenta el equipo actualmente”.

Un aspecto que los técnicos quieren destacar, es que “es muy difícil que ocho niños de 3 años de una misma clase en un colegio pequeño de Marratxí, de los catorce con que cuenta el equipo, consiga lo que hemos logrado”, y añaden, “después de haber pasado varias etapas, en noviembre de 2018 nos dimos cuenta de que si lográbamos convencer al club para unir lo mejor que teníamos de su equipo B con lo mejor que teníamos del nuestro, íbamos a poder sacar cosas muy buenas de esa unión, pero como esto podía suponer que sobrara gente, lo que hicimos fue juntar a los dos equipos, es decir, que en lugar de tener un conjunto de diez jugadores, formamos un equipo de catorce, unión que nos ha ido muy bien y que nos ha llevado, tras trabajar muchísimo, a conseguir el Campeonato de Baleares”.

Algo inaudito, y que a este redactor le ha llamado mucho la atención, es que estos niños, que durante la próxima temporada van a cumplir 11 años, llevan juntos desde los 3, “si es bonito lo que deportivamente estamos logrando, lo es más el hecho de que se estén criando juntos”.

“La unión que hay entre este grupo de niños es de lo que más orgulloso nos sentimos, porque ganar o no ganar, esto se olvida, pero la amistad y el cariño que hay entre ellos, esto no se olvidará nunca»

“Uno de nuestros puntos fuertes es que somos una familia unida, somos una piña”, y añaden, “lo realmente bonito de esta historia es que cogimos a los niños cuando el balón les pasaba por debajo, ya que eran incapaces de pararlo, hasta que con su gran trabajo han llegado a ser campeones”.

Otro aspecto a destacar, es que debido a que la convocatoria para los partidos consta de diez niños, pero la plantilla tiene catorce, (y no querían que ningún niño se quedara sin jugar), al staff se le ocurrió montar dos equipos afiliados, el A y el B, por lo que los niños que no se convocan para el primer equipo juegan en el segundo, manteniendo de esta manera la motivación y el esfuerzo para ganarse un puesto junto a sus compañeros del equipo A, “así nunca hay un niño que se quede sin jugar, además de que se dejan el alma en los entrenos”.

Desgraciadamente, y debido al estado de alarma por la pandemia del Covid-19, los niños han visto alterados alguno de los planes que se les presentaban como consecuencia de la gran labor que han realizado, como que cinco de ellos estaban siendo convocados por la selección balear, con la posibilidad de participar en el Campeonato de España de selecciones y cuyas competiciones han quedado suspendidas. Otra de las cosas que tanto los niños como entrenadores y resto de padres lamentan, es que como equipo campeón debían acudir al Campeonato de España de clubes, algo que tampoco podrá ser, además se habían clasificado como primeros para disputar durante dos días el torneo de la copa de Mallorca. en el que participaban solo cuatro equipos, por lo que se han perdido disfrutar de un fin de semana de hotel.

Juan Carlos se lamenta: “lo que se van a perder los niños es una gran pena, porque son vivencias que se habían ganado y que les hacía mucha ilusión vivir, pero bueno, lucharemos para volver a conseguirlo dentro de dos años y nos servirá para apretar un poquito más los dientes de aquí en adelante”.

Le pedimos a Juan Carlos a Antonio y a Vicente, si aparte de los entrenos realizan actividades extradeportivas juntos, “hacemos de todo”, responden, “los padres nos hemos convertido en un gran grupo de amigos, al acabar un partido nos vamos a comer todos juntos, hacemos barbacoas juntos, cumpleaños, nos vamos con las familias a hoteles, a la playa, viajes, días de piscina, acampadas, muchas noches durmiendo en casas de compañeros, incluso cuatro de los niños han hecho la primera comunión juntos”, y añaden, “lo más bonito de todo esto es que cuando tengan 30 años recordarán lo bonita que fue esta época que están viviendo, son cosas que no se te olvidan”.

Una prueba de la unión y amistad que hay entre los niños de la plantilla del Ciutat de Mallorca-La Salle Pont d’Inca, es que al final de la pasada temporada “hubo niños que prefirieron pasar al primer equipo y no jugar tanto en los partidos, que jugar muchísimos minutos en el B, todo con tal de poder estar junto con sus compañeros”.

“La unión que hay entre este grupo de niños es de lo que más orgulloso nos sentimos, porque ganar o no ganar, esto se olvida, pero la amistad y el cariño que hay entre ellos, esto no se olvidará nunca. Si el día de mañana alguno de ellos se desvía tendrá a catorce detrás para darle una colleja”.

Sin duda es admirable la pasión que ponen Juan Carlos Isern, Antonio Rodríguez y Vicente Escamilla en la labor deportiva y social que están llevando a cabo con estos niños, se les notaba en sus caras esta pasión, incluso a alguno de ellos se le saltaron las lágrimas en algún momento de la conversación cuando nos contaba el proyecto deportivo que encabezan, no es para menos.