Olas de calor en España: qué son, las peores vividas y cómo serán
Los expertos de Meteored José Antonio Maldonado, José Miguel Viñas y Francisco Martín detallan el concepto de ola de calor, repasando los episodios más graves vividos en nuestro país y la evolución prevista en el futuro ligada al calentamiento global.
En verano no todos los episodios de calor pronunciado son ‘olas de calor’, se deben cumplir una serie de variables meteorológicas que Francisco Martín, José Antonio Maldonado y José Miguel Viñas detallan a continuación. ¿Es cierto que cada vez hay más debido al cambio climático? Expertos al habla.
Francisco Martín, coordinador de la RAM
En Meteorología, no existe una definición única y general del concepto de ola de calor a nivel mundial, cada país tiene un concepto distinto que viene avalado por su SMHN (Servicio Meteorológico e Hidrológico Nacional). En España, AEMET la define como “un episodio de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran temperaturas máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000”.
Cada vez que se prevea una “ola de calor” en España, AEMET debe emitir un aviso especial por dicho fenómeno, pues se supone que los impactos y los riesgos en la población y propiedades son muy notorios, especialmente asociados a la salud humana.
Otros países consideran también a las altas temperaturas mínimas como una componente importante a la hora de definir la “ola de calor”. No es así en el caso de España. Los altos valores de humedad ambiental a nivel local, pueden realzar las olas de calor, así como los efectos de isla de calor urbana.
José Antonio Maldonado, director de Meteorología de Meteored
Muchas veces, a lo largo del verano, se dice en los medios de comunicación que nos vemos afectados por una ola de calor y pocas veces es así. Una cosa es que haga mucho calor y otra que técnicamente se considere como tal. El umbral para considerar un periodo como tal varía mucho de unas zonas a otras. Así, mientras en Córdoba es de 41,6ºC o en Madrid de 36,4ºC, en Santander es de 27ºC.
El número de olas de calor en nuestros veranos suele estar entre dos y tres, pero hay ocasiones en que se superan y otras en las que es inferior. En 2019 hubo tres y en 2017 y 2016 fueron cuatro. En cambio, no hubo ninguna en 2014, 2010, 20002, 2000, 1988, 1981 y 1977.
En nuestro país el verano suele deparar entre dos y tres olas de calor, en unas ocasiones son más y en otras ni siquiera aparecen.
La ola de mayor duración tuvo lugar en 2015 siendo de 26 días en julio. Le sigue la de julio de 2003 que fue de 16 días y ambas afectaron a gran parte de la mitad occidental de Europa. La más fuerte se dio entre el 23 y el 29 de julio de 2004 en la que la anomalía fue de 6,1ºC. En los próximos días cabe la posibilidad de que tenga lugar una “ola de calor” pero no será en el sur. Afectaría a las cuencas del Duero y del Ebro.
José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored
Existen datos objetivos respecto a las olas de calor, que se alinean con lo que ya apuntaban las proyecciones climáticas en 1990, cuando el IPCC publicó su primer Informe de Evaluación del Cambio Climático. Los episodios meteorológicos de intenso calor iban a ser cada vez más frecuentes y a alcanzar una mayor magnitud; algo que ya se está manifestando de forma clara e incuestionable, tanto en España como en otros muchos lugares del mundo como en el reciente caso de Siberia, y que irá a más, de forma rápida, en los próximos años y décadas.
Los episodios de calor intenso más frecuentes y de mayor magnitud que se asociaban al cambio climático ya se están manifestando de forma incuestionable.
Las anomalías cálidas están ganando claramente la partida a las frías. Si bien en España las referidas olas de calor no son algo nuevo ahora en verano, sí que es llamativo y sintomático que empecemos a tenerlas fuera del período estrictamente estival. Episodios muy destacados de altas temperaturas, que aunque técnicamente no puedan calificarse como olas de calor (por los criterios actuales usados para tal fin) lo son de facto, comienzan a ser comunes en distintos momentos de la primavera y el otoño, a lo que hay que sumar una creciente suavidad invernal.