El pasado 26 de marzo Sor Catalina, Sor Magdalena y Sor Maria cerraron para siempre el convento de Ca Ses Monges. Han sido las tres últimas monjas franciscanas del convento. Con su marcha ponen punto y final a la vida centenaria de un convento esencial en la vida de Pòrtol. “Han hecho mucho por todo el mundo, el convento era como nuestra casa, era un elemento central de Pòrtol, cualquiera que tenía un problema iba a Ca Ses Monges, a cualquier hora del día o de la noche. Tocabas, la monja salía e iba a ponerte la inyección”, recuerda Catalina Amengual, ex alumna de Ca Ses Monjas en los años 50.
El Ayuntamiento ha adquirido el edificio de Ca Ses Monges por 654.000 euros a la Congregación Franciscana y ahora destinará el edificio a servicios municipales. Sor Catalina, de 75 años, Sor Magdalena, de 84 años, y Sor Maria, de 92 años, tenían la posibilidad de vivir en el convento hasta sus últimos días, como preveía el acuerdo de compraventa, pero su avanzada edad y el delicado estado de salud han acelerado el traslado de las religiosas a residencias de la congregación.
Las hermanas franciscanas han dejado una recuerdo imborrable en Pòrtol, gracias a una tarea que los portolans consideran clave. “Han hecho una labor extraordinaria, muy difícil de agradecer, cuidaron de todo el pueblo: los niños, los enfermos, los ancianos”, cuenta emocionada Maria Mas, ex alumna de Ca Ses Monges en los años 50. “Cuando uno tenía una necesidad iba a Ca Ses Monges antes de pedir ayuda a un familiar, han dado buenos consejos y han ayudado a todo el mundo, relata Maria Mas que admite que le da mucha pena pasar por el convento y verlo cerrado”.
Las últimas horas de las religiosas a Ca Ses Monges transcurren entre la tristeza y los recuerdos mientras se despiden de decenas de personas que tocan a su puerta. “Siento tenerme que ir, tener que dejarlo todo, pero estoy agradecida a la gente del pueblo, la gente nos quiere y nosotros también, confiesa una emocionada Sor Maria, de 92 años, solo un día antes de dejar el convento donde ha vivido los últimos quince años. Catalina Amengual fue a la escuela del convento desde los 3 años hasta los 14. Cuenta que en los 60 había nueve monjas en el convento y recuerda con devoción que nunca ha olvidado los valores de educación y respeto que le transmitieron las monjas.