Jordi Évole entrevista este domingo a personas que huyeron de las guerras de Siria, Ruanda, Bosnia y la II Guerra Mundial. ‘Lo de Évole’ muestra las cicatrices que deja la guerra en los niños que las sufren.
‘Hijos de la guerra’ es el título de la nueva entrega de ‘Lo de Évole’, que se emite en LaSexta este domingo a partir de las 21.25 horas.
Pueden cambiar el tiempo y el lugar, pero no las heridas que deja una guerra. La invasión rusa de Ucrania ha superado el mes de duración y ha provocado ya más de 4 millones de refugiados según la ACNUR. Muchos de ellos niños. Lo de Évole se fija en las cicatrices que deja tras de sí un conflicto bélico como este en las personas que las sufren y cómo estas consecuencias se repiten.
Jordi Évole entrevista a cuatro personas que de niños escaparon de guerras que se han producido en distintos momentos y lugares en las últimas décadas. A todos les une un hilo invisible: ser hijos de la guerra.
DISTINTA GUERRA, MISMAS CICATRICES
Teresa tiene 95 años y fue una de los miles de niñas y niños que durante la Guerra Civil española pudieron abandonar el país para instalarse en la entonces Unión Soviética. Una vez allí, estalló la II Guerra Mundial y sufrió uno de sus episodios más crudos: el sitio de Leningrado. Es de los pocos testimonios vivos que quedan de uno de los grandes horrores de la historia reciente de Europa.
Emile tenía 5 años cuando huyó de la guerra civil que arrasó Ruanda entre 1990 y 1994. Su padre era tutsi y su madre hutu. Presenciar las escenas macabras del genocidio que se produjo allí le dejó numerosas secuelas. Todavía hoy no puede sonreír y en ocasiones sigue percibiendo el olor a muerte.
Meera tenía 11 años y vivía en Homs, Siria, cuando en 2011 estalló la guerra, una guerra que sigue en marcha once años después, aunque hablemos poco de ella. Meera cuenta las situaciones traumáticas que vivió en Siria antes de dejar el país y venir a España. Aquí le sorprendió negativamente la poca sensibilidad que percibió de los españoles hacia la guerra que asolaba su país.
Maja tenía 18 años cuando la guerra de los Balcanes llegó a Sarajevo en 1992. Pudo escapar con su familia, pero le tocó pasar por un campo de refugiados en Austria, antes de llegar a España. “No lo entendíamos, pensábamos que la guerra no nos alcanzaría nunca, que Europa no lo permitiría”.
¿Cómo se sobrevive a una guerra? Todos coinciden en algo: “Una guerra no se supera nunca”. Y en otra cosa: no pensar. “No puedes pensar en nada, solo en sobrevivir”. Igual que repiten que la guerra les robó la infancia y que “el lugar del que vienes ya no existe, no tienes donde volver».
¿CÓMO ESTÁN VIVIENDO LA GUERRA EN UCRANIA?
La invasión rusa de Ucrania ha removido recuerdos y heridas en todos ellos. Coinciden en lamentar el conflicto: “Me siento mal, hay gente muriendo, se tiene que hacer algo”, asegura Meera. “Me identifico con los niños. Es una generación perdida”, sentencia Emile.
Pero para ellos la comparación con sus casos es inevitable, y creen que Europa ha tratado de forma distinta a los refugiados dependiendo de su origen: “Somos refugiados de las guerras olvidadas”.