IB3 Televisión emite este sábado el documental ‘Illa xueta’, que ahonda en la herencia judía de muchos mallorquines.
Este sábado, a las 21.40 horas, IB3 Televisió programa el documental ‘Illa xueta’. Muchos católicos de Mallorca fueron discriminados durante siglos por la ascendencia judía de sus apellidos. No sólo soportaron el estigma y la humillación: también se les privó de sus derechos ciudadanos fundamentales.
Motivados por la reparación histórica y la exploración de su identidad, algunos han vuelto a la fe de sus antepasados, y su entrada en la directiva de la comunidad judía local ha supuesto un imprevisto terremoto entre sus integrantes. ¿Son los más indicados para liderar el judaísmo mallorquín aunque no traspasarán la renovada fe a sus descendientes?
Cuando la Inquisición impulsada por los Reyes Católicos decretó la expulsión de los judíos de España en 1442, en Mallorca ya no quedaba oficialmente ninguno. En 1435, fueron bautizados masivamente a petición de un rabino, para intentar salvar la vida en un clima de creciente persecución. Pero muchos conversos —o criptojudíos— conservaron, a escondidas, la ley de Moisés. Así aguantaron hasta 1691, cuando los “Autos de Fe” decretaron su quema colectiva frente a las masas.
Sus descendientes -portadores de quince apellidos duramente estigmatizados desde la iglesia por su pasado judío- son los chuetas. Marginados y señalados, se vieron obligados a casarse entre las mismas familias durante siglos: un escenario perfecto para la transmisión de enfermedades hereditarias, como la fiebre mediterránea. El trauma que sufrieron se mantuvo silenciado por un estricto tabú social, fomentado incluso por sí mismos, ya que deseaban olvidar definitivamente el pasado oscuro.
Pese al profundo rechazo, el legado de la gastronomía judía se absorbió en la comida popular mallorquina, e incluso se cree que productos reconocidos como la ensaimada tienen raíces judaicas. Los chuetas lo elaboraban con manteca o sobrasada (los judíos no comen cerdo) para reivindicar su ferviente catolicismo y evidenciar que dejaran atrás las costumbres de sus antepasados.
Dani Rotstein, judío estadounidense y productor de profesión, aterrizó en Mallorca y descubrió un interminable legado poco documentado y contado. Fascinado por sus continuos hallazgos, empezó a ofrecer visitas guiadas por las callejuelas del Call Jueu de Palma.
Rotstein entendió que la cosa no iba de leyendas del pasado: es una historia en constante desarrollo. Conoció chuetas como el escritor Miquel Segura o el cocinero Toni Pinya, testigos directos de la estigmatización que emprendieron un complejo camino de regreso a la fe judía; o la joven historiadora Laura Miró, motivada por recuperar la historia para transmitirla a unas nuevas generaciones que la desconocen por completo.
En la única sinagoga de la Isla, donde ya existían discrepancias por los distintos grados de observación religiosa, la ausencia de rabino o la diversidad identitaria de sus integrantes, la llegada de los chuetas al liderazgo comunitario abre nuevos dilemas y conflictos internos. Sus descendientes no son judíos según el halacano (ley religiosa), una carencia fundamental para la transmisión de la tradición; y algunos consideran su presencia en primera fila como un acto de exagerada visibilidad.
Este documental aproxima y debate cuestiones relevantes de la naturaleza humana como la memoria histórica; la identidad y el sentido de pertenencia; el choque generacional; y la preservación de la tradición. Pese al incuestionable peso del pasado, el documental explica la historia y el presente basándose fundamentalmente en relatos en primera persona. Incluye fragmentos de entrevistas y seguimiento a los protagonistas; escenas dinámicas de actos que transcurrieron durante la “Semana de la cultura judía de Palma”; imágenes aéreas de dron que exploran desde las alturas la geografía isleña; y animaciones que ayuden a entender y visualizar hechos históricos, con la voluntad de aportar un toque moderno y actualizado al relato.
