¿Qué sucede cuando nos comparamos con los demás y por qué lo hacemos? Es un mecanismo frecuente e inevitable, que forma parte del autoconocimiento y la construcción de la persona que nos gustaría ser. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque esta práctica de comparación continua puede resultar perjudicial a largo plazo y en esto juega un papel fundamental la autoestima.
Profundicemos el concepto con la Dra. Montse Marsà de Mundopsicologos.com, quien nos explica cómo la autoestima es la evaluación positiva o negativa que una persona puede hacer de sí misma. La autoevaluación puede conducir a errores, ya que en ella el individuo oscila entre dos necesidades: la de conocerse a sí mismo y la de quererse. Y no siempre existe un equilibrio entre ambas.
Porqué nos comparamos con los demás
Vivimos en una sociedad donde continuamente nos comparamos. Seguramente lo hemos visto de nuestros padres, de nuestros compañeros, de nuestras amistades… Además, estamos en una sociedad donde valoramos el éxito desde «lo que se ve y se dice» y esa es la única información con la que nos quedamos. Esto nos lleva a buscar nuestras semejanzas y diferencias con los demás, ¿y yo qué puedo hacer para ganar más dinero como fulanito? ¿y yo qué puedo hacer para ser más guapo/a que…? Y así, con todo.
Porque tenemos siempre la tendencia a mirar hacia afuera en lugar de hacia uno mismo. No nos han enseñado a querernos y aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos… de hecho, cuando lo decimos, hay personas del entorno que nos pueden llamar «prepotentes» o incluso «egoístas». El problema viene cuando me comparo con alguien que vive en otro lugar, que tiene otras experiencias, que tiene otra edad, que tiene otra formación, que tiene otra genética… Y acabamos comparándonos cuando en realidad es como si comparáramos manzanas con limones.
Porqué sólo nos comparamos para sentirnos inferiores
Porque está mal visto compararnos para sentirnos bien. De hecho, tal vez en ocasiones lo hacemos para subirnos la autoestima o subir nuestro ego pero, en general, tendemos a compararnos más en negativo que en positivo.
La mente humana tiene mayor tendencia a la negatividad que no a la positividad. Además, las redes sociales no ayudan: subimos nuestras mejores fotos, nuestras mejores fiestas, nuestras mejores ropas… y eso hace que mostremos una realidad que no es. Quien lo ve, es probable que piense que esa persona es feliz, que no tiene problemas… y eso nos lleva cada vez más al sentimiento de inferioridad («yo no me siento así de feliz, yo no estoy así de delgada, yo no estoy siempre contenta…»).
Y voy más allá, si pienso o hago algo es para confirmar mis miedos o confirmar mis pensamientos… así que si pienso que «no soy guapa o no soy lo suficientemente delgada» voy a compararme con aquellas personas que sean más delgadas y que perciban como más guapas… ¿Para qué? ¡Para confirmar mis propios pensamientos y no llevarme la contraria!
¿Existe una patología asociada a esta tendencia conductual?
No de manera directa. La tendencia a compararnos con los demás, el sentimiento de inferioridad, la baja autoestima, prestar atención a la conducta de los demás en lugar de a la propia… pueden ser síntomas que encontremos por ejemplo en los trastornos del estado de ánimo o en los trastornos de la personalidad. Pero por sí solos, no son una patología. Para que se conviertan en algo patológico deben acompañarse de otro conjunto de síntomas propios de cada trastorno.
¿Se trata de un estado asociable a la envidia? ¿Y a la infelicidad?
Podríamos asociarlo… pero las generalizaciones nunca son buenas. La envidia es muy subjetiva y cada uno puede describirla de una manera distinta. Igual que la infelicidad, ¿qué es la felicidad?
Creo que es un conjunto de factores y, lógicamente, tener baja autoestima o compararse continuamente con los demás no ayuda…, pero no me gustaría afirmar que es causa-efecto.
Una vez mejorada la autoestima, cambia la percepción del prójimo
Por supuesto. Cuando uno mismo cambia, sentimos que el entorno también cambia. Pero en realidad no es que los demás hayan cambiado… sino que la mirada propia ha cambiado. Dejas de prestar tanta atención a los demás y te fijas más en ti. Y cuando miras al prójimo lo haces de otra manera… porque ya no es para compararte ni para seguir confirmando tu inferioridad.
Algo que me gusta mucho decir a mis pacientes es que «todos somos únicos y especiales», y cuando aceptamos esto, nuestra realidad también cambia.
Ortográficamente se debe tener sumo cuidado con los distintos «porqués», es decir hay que usarlos correctamente: Por qué; porque ; por que y porqué. Sugiero que cuando se tenga duda de cual usar hay que sustituirlo por otra palabra o expresión. ¡ Mis mejores deseos!