Las patatas fritas son adictivas. Si se ha de sucumbir a este delicioso placer, mejor tener los trucos para disfrutar de las más crujientes, sabrosas y perfectas.
El origen de las patatas fritas es indiscutiblemente americano, pero pronto se extendieron por todo el mundo y hoy en día las encontramos en miles de versiones diferentes, aunque no todas tan populares como las french fries que triunfan en los establecimientos de comida rápida.
Su alto contenido en sal, grasas y carbohidratos son el principal responsable de que
seamos adictos a las patatas fritas. Esto aseguran numerosos estudios realizados en
diversas universidades de medio mundo, y todos sin excepción, han llegado a la misma conclusión: suben los niveles de dopamina cuando las ingerimos, quizás también por la textura crujiente que siempre buscan sus fabricantes o los mismos cocineros.
En la cadena de hamburgueserías gourmet Timesburg, con locales en Barcelona y Madrid, las patatas fritas de la abuelita María Antonia hacen un tándem perfecto con cualquiera de sus burgers, porque además se trata de una ración generosa. Su secreto está en que son muy crujientes, fritas en aceite de oliva con toda su piel, y cortadas en el local y en el momento.
Estos son los secretos o trucos que debemos conocer para elaborar las mejores patatas fritas, estos cuatro serían tal vez los que resumen su éxito:
1. Para que queden crujientes, no deben ser muy gruesas, el aceite debe estar muy caliente y antes de cortarlas, debemos secarlas y eliminar su almidón en la mayor parte posible (por esto, sería ideal elegir patata nueva, que contiene menos fécula), lo cuál podemos hacer introduciéndolas entre 5-10 minutos en agua fría y ya cortadas.
2. No vamos a decir que las patatas fritas sean un snack saludable, pero podemos restarle parte de esa mala prensa si las cortamos y freímos con su piel, ya que la fibra las hace más digestivas y también saciantes, lo que hace que comamos menos.
3. También es importante la elección del aceite de oliva, mucho mejor si es virgen extra, pero el que elijamos, que no tenga un sabor muy fuerte que pueda restárselo a nuestras patatas.
Ni que decir tiene que una vez fritas, este aceite debe ser reducido al máximo con papel de cocina, sobre el que verteremos el montante de patatas fritas.
4. La sal es fundamental, pero como nos ocurre con muchos otros platos, casi nunca sabemos cuando debemos echarla, si antes, durante o después. Pues bien, si queremos que queden bien crujientes, siempre después y una vez secadas de todo su aceite sobrante.