Ernesto Vargas, una leyenda del fútbol uruguayo en el equipo técnico del Sporting Sant Marçal

Ernesto Vargas (Montevideo 1961) debutó en el fútbol de elite en 1979, en el equipo uruguayo Peñarol, dónde jugó hasta 1986. Fue internacional –y campeón- con la Selección de Uruguay y con la Sub 19 entre 1979 y 1981, y a sus 21 años de edad, ya sumaba 65 partidos jugados con los mejores futbolistas de su país.

Vargas jugó también con el Nacional hasta que en 1989 abandona Uruguay llamado a las filas del Real Oviedo. Tras una liga en España con el equipo asturiano parte hacia Ecuador, dónde jugó en la Liga de Quito, vuelta al Nacional de Uruguay y después a Perú, al Universitario de Lima.

Tras quince años pisando terreno de juego, y con algunos importantes triunfos en su haber, como el Mundialito del 81 o dos Copas Libertadores, en los años 1982 y 1988, entre otros, Vargas cuelga las botas pero no abandona.

Es entonces cuando decide dedicar su experiencia y conocimientos a formar y preparar a otros deportistas. Es técnico deportivo de fútbol y empieza entrenando a niños y jóvenes y termina como segundo entrenador de la Selección Uruguaya en las eliminatorias del Mundial Alemania 2006 y de la Sub 23, para participar en el Preolímpico 2003-2004 de Chile.

Lleva 8 años en Mallorca, y cinco entrenando al Sporting Sant Marçal en el campo de fútbol de Son Caulelles. Vargas es preparador de los más pequeños, los jugadores de ‘Escoleta’, de los porteros, de los equipos Prebenjamín de segundo año y Juvenil B.

Confiesa que entrenar a los niños no es fácil, porque no sólo tienen que aprender a jugar y a manejar el balón “tienen que aprender a socializar, a perder, a compartir y a entender que son parte de un equipo, y que todos son importantes”, explica.

Reconoce además que, si bien disfruta con cada etapa de ‘crecimiento’ de los jugadores, son los de ‘escoleta’ a los que le resulta más gratificante entrenar “porque trabajas la base, y es dónde haces que aprendan buenos hábitos. Los niños son como la arcilla, hay que moldearlos, y a estas edades tempranas es cuando se hace la base. Resulta muy gratificante ver cómo progresan como jugadores, de forma individual, y como equipo”, expresa.

Centra sus ejercicios de entreno en el juego, y tiene muy claro que no se trata de imponer y mucho menos de presionar a los jugadores para obtener resultados, porque de lo que se trata es de que “los niños jueguen, se diviertan, aprendan y amen el fútbol”.

E insiste en que es importante que los niños jueguen sin presión, “que es cuando sale lo mejor” y que están ahí para enriquecerse, para hacer deporte y para disfrutar con el balón “competir y ganar está bien, pero lo importante, la base es aprender y disfrutar. Y si un niño sale llorando, es que ese día hemos fracasado, porque tienen que salir contentos, de eso se trata”, añade.

Lo cierto es que el Club Sporting Sant Marçal no para de crecer. En estos cinco años ha pasado de tener cinco equipos a sumar 17. Más de 200 niños y jóvenes visten la camiseta del equipo de fútbol portolà.