Ocho meses después de la llegada del coronavirus a España muchas entidades ajustan sus balances financieros con Expedientes de Regulación de Empleo que afectan a miles de empleados
El término “inolvidable” es uno de los adjetivos más utilizados en el uso cotidiano del castellano como idioma. “Un partido inolvidable”, “un viaje inolvidable”, “un evento inolvidable”… Los ejemplos son infinitos y aunque su uso pueda parecer más común en el lenguaje hablado, su presencia es prácticamente similar en lo que al apartado escrito se refiere. Y es que no deja de ser un adjetivo que a pesar de su frecuencia es singular por el significado que entraña.
Con el concepto antónimo, el de “olvidable”, pasa todo lo contrario. No es tan habitual y cuesta más tanto encontrarlo como utilizarlo a pesar de ser de sobra sabido que lo olvidable es aquello que se quiere olvidar. Con todo esto, no se puede negar que el año 2020 será a todos los rasgos un año inolvidable por muchos aspectos, pero también puede ser, y para muchos desde luego será, un año olvidable. Olvidable para los empresarios que no paran Tde hacer funambulismo sobre una cuerda floja que cada vez está más cerca de deshilacharse y sobre todo, olvidable, razones sanitarias al margen, para aquellas personas que han visto cómo perdían su puesto de trabajo o cómo su proyecto personal se hundía sin poder hacer nada por salvarlo. En medio de este contexto tan desalentador, las empresas empiezan a moverse y tomar decisiones que mantengan su viabilidad.
Los ERE como solución
En una persistente búsqueda de soluciones que logren aliviar el impacto económico que la pandemia del coronavirus ha generado en sus arcas, cada vez son más las empresas que escogen opciones definitivas. Una de las más recurrentes en las últimas semanas está siendo la de los Expedientes de Regulación de Empleo, más conocidos como ERE, que parecen poco a poco ir sustituyendo a los anteriormente comunes ERTE. Entidades como Coca-Cola, el Banco Santander, Alcoa, Novartis o Engie Cofely son algunas de las más sonadas en sumarse a esta práctica que afecta a miles de empleados y que es la resaca directa de unos meses que han sido tan duros como inciertos.
Desde el despacho especialista en derecho laboral, Laboralistas Mallorca, asumen que “prácticamente con mucha certeza se prevé un aumento del número de ERE”, aunque encuentran en la prohibición de despedir si estas se acogieron anteriormente a un ERTE un gran impedimento. Por ello ponen en conocimiento de los trabajadores afectados que “si las empresas optan por despedir habiendo realizado un ERTE, los despidos serán ilegales y deberán ser considerados improcedentes”. Una situación que posibilita que muchas de estas decisiones sean declaradas nulas.
En lo que a las empresas respecta, ven completamente lógico que estén recurriendo a estos mecanismos ante la incertidumbre provocada por la crisis sanitaria y económica. De igual modo, entienden su postura ya que para muchas entidades la ausencia de decisiones de este calado supondría poder originar una situación más grave como puede ser un concurso de acreedores o la misma quiebra.
Muchas de estas empresas, como es el caso del propio Banco Santander, se encuentran en negociaciones con sindicatos de trabajadores para pactar las condiciones que atañen a los despidos de sus trabajadores. En este caso concreto, se calcula que la entidad de Ana Botín va a finalizar la relación laboral con cerca de 4.000 trabajadores y reubicará a otros 1.100. Si finalmente, como todo parece indicar, este ERE prospera los trabajadores deben saber que tendrán derecho a la indemnización correspondiente así como a la prestación por desempleo. Una ayuda temporal que puede servir para paliar este mal trago mientras se trata de retomar la actividad laboral.
