Nuestras acciones en las redes sociales tienen consecuencias reales y frente a la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, sin dudas, nos exige posicionarnos como ciudadanos digitales conscientes y responsables.
Hoy nos acecha un enemigo silencioso que estamos conociendo y debemos actuar para enfrentarlo y minimizar sus consecuencias al máximo. Algunos gobiernos como España decidieron como medida de protección el aislamiento social, preventivo y obligatorio para proteger a los ciudadanos. Estar en situación de cuarentena con acceso a internet nos lleva a estar más conectados que antes tanto los adultos como los jóvenes.
Por su parte, necesitamos reconocer que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a estar informados y saber lo que estamos viviendo. Tenemos que explicarles con palabras claras evitando asustarlos con datos trágicos como la cantidad de muertes o bien la posibilidad de muerte propia o de sus familiares. Se recomienda alertarlos para comprometerlos en el autocuidado y al de sus familiares, explicarles que tenemos la posibilidad de decidir quedarnos en casa para protegernos entre todos.
Este convivir hiperconectados en las redes y con la televisión encendida nos genera un exceso de información de forma permanente y en algunos casos estamos consumiendo noticias falsas que nos generan ansiedades, miedos, enfados, confusión, desinformación y angustias.
Tenemos que prestar atención al fenómeno de la infodemia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como la enorme cantidad de información falsa que está circulando sobre el coronavirus, y que nosotros consumimos, creemos, compartimos y actuamos en consecuencia. Esta lluvia de noticias falsas que nos llegan en mensajes, videos, audios y los memes nos invitan en este escenario a reflexionar desde el pensamiento crítico, desconfiando desde el principio de dichas noticias y asumiendo que todo lo que se pública en las redes sociales no es real. Y más aún desconfiemos de las noticias que buscan impactar en nuestras emociones y condicionar nuestras acciones.
A partir de cada noticia que nos llega siempre debemos buscar la fuente y reconocer si es una fuente confiable, debemos solo informarnos de fuentes oficiales como los gobiernos nacionales, los Ministerios de Salud y la propia OMS y en caso de duda, consultar y contrastar en diferentes webs. Estamos luchando frente a un enemigo que no conocemos mucho y esto nos genera desconcierto a todos; pueden llevarnos a producir noticias que solo se basan en creencias y supuestos sin sustento científico. Consumir y creer noticias falsas puede significar consecuencias que afecten nuestra salud y la de nuestros familiares ya que puede provocar que tomemos decisiones de riesgo basadas en motivos equivocados o completamente falsos.
Más que nunca debemos actuar como ciudadanos digitales conscientes y responsables de nuestras conductas en las redes. Todos estamos afrontando esta realidad como podemos y muchas veces esto se suma a otros problemas que ya vivíamos como otras enfermedades, el desempleo, la soledad, la violencia de género y el embarazo, entre otros.
En España, con el objetivo de perseguir este tipo de delitos relacionados con fraudes, el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil, ha creado un canal de comunicación ciudadana para rastrear el fraude online aprovechando el Estado de alarma por el Covid-19.
Por otro lado, las noticias también están fomentando discursos del odio y discriminatorios que no nos solucionan nada y solo violentan y confunden. Se vincula a la enfermedad con lugares u orígenes étnicos como “el virus de los chinos o asiáticos”, expresión que solo criminaliza a este sector social culpándolos y fomentando más caos a esta crisis. Los asiáticos por su lado declaran que no son un virus y en España están regalando mascarillas y gel desinfectante a cuerpos de seguridad, bomberos y hospitales.
De alguna forma tenemos que comprender que nuestras
conductas en las redes generan consecuencias reales en la sociedad y tenemos que hacernos cargo. Ser ciudadano digital implica ser consciente y responsable de nuestras conductas en internet. Un desafío que tenemos es promover un clima saludable en la convivencia digital reconociendo que lo que pasa ahí también puede impactar en nuestra salud mental y física.
Esta emergencia de salud global nos lleva a reconocer que necesitamos del otro para poder cuidarnos. Necesitamos defender a la salud pública como un derecho y a la información pública como un derecho universal para todos.