Protección Civil de Marratxí, un gran ejemplo de solidaridad necesaria

El voluntario nace, no se hace. Nace porque sí, porque la necesidad de ayudar es superior al confort individual y a la propia disposición del tiempo libre. El voluntario no se hace, pero se forma con ganas. Vivir entregado a los demás a cambio de una satisfacción personal inmensa es la mejor forma de egoísmo. Son hombres y mujeres que buscan, humildemente, el sentido más profundo de la vida y su defensa. El derecho y la obligación se aúnan en el cuerpo de Protección Civil.

Los voluntarios de protección civil, según la definición oficial, “son aquellas personas que de forma libre y desinteresada forman parte de entidades públicas o privadas sin ánimo de lucro, que tienen como finalidad principal la protección y la seguridad de las personas y de sus bienes, y que son expresión de solidaridad humana y medio suficiente de participación ciudadana en la vida comunitaria”. Y un gran apoyo para el resto de Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero son mucho más que eso.

Jaime Garcías es ingeniero técnico industrial, pero también es Jefe de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Marratxí. Garcías es voluntario desde 2005, y lleva un año y medio como jefe de la Agrupación. Dice que ellos son “ciudadanos con ganas de colaborar, con inquietudes en emergencias, somos voluntarios vocacionales y estoy orgulloso de decir que en Marratxí hay, por parte de los voluntarios, máxima predisposición. Tenemos formación, herramientas y equipamiento, pero sobre todo tenemos unas ganas tremendas de hacer cosas. En el incendio de La Trapa este verano en Andratx, en menos de dos horas había 15 agrupaciones y más de 40 voluntarios de toda la isla. Ese tiempo de respuesta es una gran satisfacción para los que vivimos Protección Civil”, explica.

Marratxí, con 35.000 habitantes, cuenta con 31 voluntarios, una cifra nada despreciable. Y ahora forma parte también del recién creado Consejo Asesor del Voluntariado de Protección Civil, del que Jaime Garcías es portavoz. Entre sus muchos cometidos, el Consejo está trabajando para establecer un protocolo de comunicaciones en un lenguaje uniforme que aúne Policías Nacional y Locales, Guardia Civil (SEPRONA), Sanitarios, Bomberos y Voluntarios.

“El voluntario debe ser heterogéneo y tener una habilidad especial, eso incluye a cualquiera que sea mayor de edad, que quiera pasar el curso básico de 30 horas, que resida en el municipio (por cuestiones prácticas y de proximidad) y que aprenda algo muy importante: somos un apoyo, no una competencia para los profesionales. Lo nuestro es un trabajo en equipo, y lo sabemos hacer muy bien. Tan importante es controlar las zonas calientes de un incendio una vez se han retirado los bomberos como hacer bocadillos y llevar agua a los retenes, consolar a las familias hasta que llegue asistencia psicológica como cortar árboles que atascan los caminos. No hacemos esto para ponernos medallas, lo que hacemos es apoyar, ayudar a proteger y ponernos a disposición de quien nos necesite”, dice Garcías.

La Dirección General de Interior, Emergencias y Justicia (DGIEJ) del Govern dirige la creación de agrupaciones y ofrece formación para sus voluntarios. También colabora con los municipios aportando recursos materiales. Su función viene amparada por la Ley 2/85, de 21 de enero, sobre Protección Civil. En lo que respecta al 112, son un referente y, por tanto, reciben muy a menudo los avisos de la central cuando hay emergencias en las que se considera oportuna su intervención como soporte, sobre todo por la proximidad de los voluntarios a la zona necesitada.

[colored_box color=»eg. blue»]Agrupaciones[/colored_box]

El voluntariado de Protección Civil en Balears comenzó a principios de 1995 con la creación de la primera Agrupación municipal en Lloseta. En total en las Islas hay 54 agrupaciones: 7 en Menorca, 5 en Ibiza, 1 en Formentera y 41 en Mallorca (la última se ha creado en Muro hace poco). En cuanto a voluntarios, en total, son más de 1.200 altruistas.La Dirección general de Interior, Emergencias y Justicia es la encargada de coordinar las Agrupaciones de Protección Civil y activar este servicio cuando se produce un incidente si se considera necesario.

En su formación personal y profesional destacan la temática relativa al código deontológico y la imagen institucional; las nociones básicas de catalogación de riesgos municipales; técnicas de enfrentamiento de estrés en situaciones críticas, etc.

También adquieren conocimientos básicos en una emergencia, principalmente en cuanto a los incendios urbanos y forestales, investigación de personas, y también las relacionadas con la seguridad viaria y el tránsito, además de los primeros auxilios y el uso básico de utilización del DESA (desfibrilador externo semiautomático), prácticas imprescindibles para el auxilio inmediato a la ciudadanía.

“Sería muy importante –añade Jaime Garcías- la formación en riesgos a nivel escolar y ciudadano, como se hace con educación vial, porque la protección de las personas en situaciones de emergencias, igual que los primeros auxilios, puede salvar muchas vidas. La inmediatez en indispensable, por eso este tipo de formación tendría que ser responsabilidad de las administraciones e incluso incluirse en el Plan de Estudios escolares”.

[colored_box color=»eg. blue»]Nueva sede desde 2011[/colored_box]

El Ayuntamiento de Marratxí cedió, en 2011, la nueva sede de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil, en el Polígono de Can Rubiol, antes utilizada por las Brigadas Municipales. El local cuenta con más de 200 metros cuadrados de superficie y con un solar de unos500 metros cuadrados.

Las instalaciones cuentan con vestuario, almacén, oficinas, baño y una nueva instalación eléctrica y de telefonía. Además, está equipada con vehículos (un 4×4 y dos motos), GPS, ordenador portátil, cuatro equipos de protección individual para intervención en incendios y ambientes insalubres, bombas y motobombas, motosierras, desbrozadoras, tres OXIDOC, un desfibrilador, herramientas y equipos de transmisiones, que se completan con 15 nuevos walkie talkies.

Por Blanca Garau