La decimosexta edición de ‘Gran Hermano’ sigue sin entusiasmar al público de Baleares, al menos no tanto como al de otras autonomías. Así, este jueves, mientras el programa de Mercedes Milà en Telecinco obtenía una media del 24,6% con 2.943.000 espectadores, la cuota de pantalla se reducía en las Islas hasta el 19,5%, siendo la segunda más baja del territorio. En esta ocasión el público de Castilla y León con un 18,2% estuvo por debajo. En el lado contrario se encuentran los asturianos donde el concurso logró un impresionante 36,7%.
La cuarta gala de ‘Gran Hermano 16’ fue quizá la más intensa que se ha vivido hasta el momento. Las más de tres horas de programa en directo se quedaron cortas para abarcar todos los contenidos del reality.
La liturgia de la expulsión siguió el camino previsto desde el instante en que una semana antes se nombraron a las nominadas. Estaba claro que la lucha se iba a vivir a muerte entre Raquel y Sofía y eso dejaba fuera a Amanda, que apenas obtuvo algo más de 1% de los votos. Tan claras estaban las cosas, que nada más empezar el programa, Mercedes Milá ya anunció que la andaluza estaba salvada y no tuvo ni que despedirse de sus compañeros.
En la sala de expulsiones la tensión se podía cortar con un cuchillo. Raquel y Sofía, rivales por Suso, permanecieron sentadas en completo silencio, sin intercambiar ni una palabra hasta que finalmente intervino Mercedes Milà para mostrarles algunos vídeos resumiendo su paso por la casa. Las dos sabían que los espectadores estaban votando y que las cosas iban a la par. La cuenta atrás final ajustó los porcentajes hasta que se anunció que finalmente la que debía abandonar la casa era la concursante extremeña. Los datos fueron los mismos que la primera noche de expulsión: un 51% contra un 49%. Si en aquella ocasión, Raquel le ganó la partida por la mínima a Maite, este jueves perdió contra su hija.
Ya en plató, Raquel admitió que pensaba que iba a salvarse por tercera vez consecutiva. Defendió la honestidad de Suso en todo momento y le mostró su apoyó en la despedida en directo.
Entre los vídeos que se ofrecieron a la audiencia estaba el de la prueba semanal en la que había un apartado de cultura general que puso en evidencia el bajísimo nivel de los concursantes que no saben, por ejemplo, quién es Angela Merkel, piensan que Ortega y Gaset son dos personas, no conocen la capital de Estados Unidos, creen que la Torre de Pisa está en París o que el gentilicio de Barcelona es la Sagrada familia.
El programa vivió también la última asamblea de los secretos desvelando finalmente los que no se habían adivinado. Salió a la luz que, como desde fuera sabía ya todo el mundo, Carolina era la concursante que veía muertos.
La hora de las nominaciones fue un momento complicado para todos aquellos concursantes, que son la mayoría, que quieren mantener las formas delante de sus compañeros ya que se anunció que se iban a hacer a la cara. Antes, Enrique había logrado la inmunidad, pero el programa decidió que su premio llegaría después de nominar. De este modo no pudo sarlvarse previamente y era candidato a la nominación.
La mayoría de concursantes tomaron el camino fácil y apostaron por Suso y Amanda, aunque justificándose por su elección. Al final los nominados fueron estos dos más Enrique y Han. En el confesionario, Mercedes Milá puso en un aprieto a Enrique incitándole a no salvarse a sí mismo. «Querías medirte con Suso, ¿te desdices de tus palabras?», le soltó logrando que él respondiera: «Lo que digo va a misa» y que decidiera salvar a Han.
Para mantener la tensión, se le pidió que no contara nada a sus compañeros.